jueves, 13 de noviembre de 2008

El ridículo acostumbramiento al ridículo


Las leyes de Murphy las conocemos pero no por ello dejamos de insistir, sabemos que hay cosas que no debemos hacer porque eso no van a salir de acuerdo a lo planeado. Sin embargo, insistimos una, dos y tres veces, con diferentes cosas.
Hoy en la mañana debía esperar a el señor que retapiza las sillas y que vendría a retirarlas. Lo sabía, había arreglado eso mismo el conmigo, aunque como siempre lo hacen con la precisión de un reloj taiwanés, es decir, en el horario habitual de en algún momento de la mañana y cuando le decís:

Yo: necesito que precise un poco más el horario, debo hacer cosas.
Tapicero: antes del mediodía.

Por algún motivo relacionado con el miedo a perder al único tipo que encontraste que además de retapizar retira las sillas a domicilio (no todos tenemos Pick Up o 4x4 o tan siquiera auto) aceptás pasar la mañana esperándolo, casi como una enamorada esperando “el” llamado. Pero aún en el caso de la embobada mientras espera puede bañarse o se permite ir al kiosco de la esquina.
Muy temprano luego de correr y caminar 12kms. pensé (no debo hacerlo, sé que no es mi fuerte) me ducho, no va a venir temprano. ERROR. Cuando estaba bien mojada y con el shampoo en la cabeza sonó el timbre. No lo dudé un segundo, sabía que no era el correo, ni un ring raje, ni etc. Lo supe, lo olfateé (y no es que el señor oliera a lago en especial, en realidad tanto no me acerqué) debía ser el tapicero. Tal cual, salí corriendo, dejando un reguero de agua por toda la casa, envuelta en una toalla me asomé a la puerta y le pedí que espere. Sí, me vio envuelta en la toalla, medio desnuda, chorreando agua y con una remera envolviendo el pelo con shampoo. Sin dudas fui la imagen del día del pobre hombre, no quise ni mirarme al espejo, temí llorar de bronca.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Tecnología Masiva II

Otro rasgo de la morbosidad que se despierta con la masificación de estas cámaras de fotos y quizás sea el peor de todos los enumerados es la foto trofeo. La foto trofeo es aquella en la que la persona sana (al menos en apariencia, porque habría que dedicarle alguna atención al tema) posa junto al herido, la mancha de sangre, los restos de los vidrios o el auto abollado. Por supuesto esta foto girará como corresponde por la red con comentarios del estilo: Yo, los vidrios y la sangre luego de que mi hermana perdiera el dedo izquierdo y antes de que se lo peguen de nuevo.

lunes, 27 de octubre de 2008

Tecnología masiva

No hay nada más pesado que ver fotos ajenas, vacaciones, casamientos, bautismos, bar mitzvas, viajes varios. Con las cámaras digitales todos nos creemos fotógrafos de arte, antes como debíamos pagar el revelado lo pensábamos y hacíamos cálculos varias veces y antes de comprar cada rollo. Todos pensamos que nuestras fotos forman parte de algún argumento, así que llenamos las casillas de correo de los conocidos con ellas o creamos blogs, facebook, etc. Sin embargo hay una nueva clase de foto que me divierte mucho, que justifica la existencia de cámaras digitales y teléfonos celulares con cámara incluida y son las fotos que se toman cuando un familiar o conocido se da un palo de aquellos o el choque. Pero condición: DEBE HABER UN CONOCIDO INCLUIDO. Sí es morboso, ellos que sacan las fotos y yo que las veo. Eso sí siempre digo, que horror! Pobre! La verdad es que el morbo se despierta en casi todos y ellos no pueden dejar de sacar fotos de la evolución desde el piso, la silla de ruedas, la cama. Los colores: el rojo inicial y la sangre en el píso, el morado, el violeta y el amarillo final. Las fotos son sacadas desde todos los ángulos posibles, sin importar el pudor o el permiso del otro, así es como aparecen con la pierna en alto mostrando la bota y a su vez la flacidez de sus muslos. O sonríen ante la cámara y se les ve el agujero que dejó el golpe entre sus dientes o algún arreglo aún no hecho.
El que sufrió el accidente está boleado, cree estar lúcido pero o está bajo los efectos del shock o de los analgésicos y no se da casi cuenta de lo que ocurre y sonríe para las fotos o se las deja tomar sin tener fuerza de nada y menos de pensar que van a hacer con esas fotos que le toman. Luego entran al Facebook de su conocido y se encuentran en primer plano mostrando los colores de su cara como si fuesen los colores del monte Atlas y alguna foto de viaje. O peor aún la pasaron por correo a todos los conocidos y entre ellos está el mismo, que golpe, abrir un correo y verte en poses que no reconocés o con colores que no corresponden a los del maquillaje.
Por eso te digo, si te accidentás y hay conocidos cerca cubrite la cara, ocultá el golpe, no muestres la sangre porque vas a ser el rey de las redes sociales o de yahoo. A cuidarse de los conocidos con cámara, son los peores, eso sí sacan las mejores fotos, mejor que las fotos artísticas.

viernes, 24 de octubre de 2008

La inocencia del lisiado pobre

El subterráneo y su vida en cualquier ciudad es un mundo aparte, las cosas que allí ocurren forman parte de esa realidad bajo tierra, para analizarlo hay que pensarlo casi como un terrario. Las personas que allí nos movemos somos casi como insectos que tratamos de movernos en los distintos niveles, pero en el caso del subte no podemos evitar tocarnos, encimarnos, pisarnos y por qué no cambiar impresiones (digitales). Hace unos días en el susodicho transporte casi público (lo digo porque parece un camión jaula), más específicamente en unos de sus vagones, se movía con una ligereza y liviandad asombrosa un señor en una silla de ruedas, era una de las tantas personas que andan mendigando. Por algún motivo que en estos momentos no voy a pensar cuando veo a una persona con algún tipo de minusvalía y ni que decir si además es más pobre que yo tiendo a crear un lazo de empatía con ella. No importa si colaboro o no económicamente, no puedo verla sin que de alguna manera me sienta ligada a ella. Este fue el caso ese día en un subte repleto de personas. Pensé pobre tipo, cómo hará para moverse cuando apenas puedo respirar. No tardó en presentarse la respuesta, lo vi con mis propios ojos nadie me lo contó, ni el hijo del primo del nieto, no, No fue madre, no. Lo vi, el muy desgraciado golpeaba los tobillos de los pasajeros, si podía con la rueda, de frente manteca sin decir agua va menos aún permiso, y si no con el centro de la rueda que une o sostiene los rayos de la rueda de la silla.
Debo confesarlo, me maté de risa, cuando veía lo que hacía y cómo calculaba donde pegarles, cuando veía que la gente movía las piernas y le pedía perdón, cuando notaba que a las mujeres de taco les rayaba las piernas con el lateral de la rueda para correrles las medias de nylon. Ese hombre, sí ese hijo de puta me cambió el día y por nada del mundo pude quitarme la sonrisa de la cara.

viernes, 17 de octubre de 2008

Fin de las vacaciones

Si, se terminaron. Es una pena pero como todo en la vida no fue un final así nomás. No, no, vos ya lo sabés, siempre me ocurre algo.
Volvía en el auto y me dicen porque no entramos a S.A. Este que seguro se comunica con S.Antonio Oeste y vamos por la costa, el camino es más lindo.

Yo: Bueno, pero no nos queda casi combustible.
Respuesta: No te preocupes, el cartel dice gasolina a 26km. con lugar para tomar algo.
Yo: ok, conozcamos.

El camino costero es muy lindo, lo recomiendo, vale la pena, eso sí no llega hasta S.Antonio Oeste (Las Grutas), termina allí. Primer inconveniente.
Antes de toparnos con el final de S.A.Este pasamos por una gasolinera cerrada, no podí ser la única, no era justo. Pero sí!! era la única de la zona, la otra estaba a 70km. y la luz roja del auto desde unos 20km atrás venía chillando. Nos detuvimos en la Pesquera Austral, ahí nos enteramos que es un pueblo de 200 personas que vive de la pesca y sus derivados, que no hay ni taxis y sólo tienen gasoil. Un hombre de ahí trató infructuosamente de sacar nafta de su auto, cosa que no pudo hacer no poniendo su auto en altura, con la inclinación del tanque hacia un lado o el otro, me daba vergüenza propia, el pobre tipo al rayo del sol y yo mirando como luchaba. Segundo inconveniente.
Unos de los operarios sabía que en el pueblito había un gaucho que vendía nafta, tercer inconveniente, no habíamos retirado efectivo en Viedma, si en todos lados hay tarjetas de débito y crédito. ERROR en ese pueblo no hay ni cajero, ni banquito, menos aún tarjetas de ningún tipo. Llegamos hasta la casa y nos proveyeron de 10lts. que costaban $1,60 centavos menos de lo que teníamos. es decir, tuvimos que contar hasta las monedas que estaban tiradas en el piso del auto, parecía que hubiéramos roto el chanchito, eso sí tuvimos un pequeño sobrante.
Moraleja: si no conocés, si no tenés efectivo, si no tenés nafta, si viajás conmigo, preparate para las pequeñas y vergonzantes aventuras.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Éxito mayor

Créanlo o no (créanlo) el mayor éxito de este blog sin éxito fue lo colgado bajo el nombre de Porno Hard. Que desilusión!!! tuvieron que seguir buscando.
Ahhhh, se habrán dado cuenta, ESTAMOS DE VACACIONES.

viernes, 22 de agosto de 2008

Un tropezón es recaída

Ya sabés como me molesta caer en cama, enfermarme sólo con una gripe es un embole, me duele todo, me aburro, duermo, duermo y duermo. Pero hay algo peor y es la recaída, cuando pensé: ya está, ya fue, y paff a la cama de nuevo. Aunque esta vez es peor, porque estoy ilusionada con que ya pasó y puedo retomar mi vida, y porque al ser la segunda vez ya pierdo todo tipo de cuidados extras del tipo: ya no llamo al médico (seguro que idem tratamiento anterior), no bajo ni un kilo (no se me va el hambre ni a palos), van dos semanas sin depilación, y lo que es más decadente eso que me deprime cuando tomo conciencia es que ya no uso pañuelos de papel sino que ando con el rollo de papel higiénico por todos lados. ¿Hay algo más desmoralizador?

martes, 19 de agosto de 2008

El espejo

¿Se han sentido alguna vez como sus madres, de esas que hacen cursos para pasar el rato y quizás para sentir que hacen algo más que atender a sus familias? Bueno, a sí me siento yo. Mañana comienzo un curso de portugués (muy temprano en la mañana) con el sólo objetivo de que no se me anquilosen aun más las neuronas. De repente me vi, sí soy como mi madre que ha hecho curso de todo tipo. Ahora a mis treinta y pico de años estoy aprendiendo portugués, nada malo de por sí, pero con el único objetivo de llenar mi tiempo.
Por otro lado, he comenzado a usar sus cremas bajo su mirada de satisfacción (ah, ¿viste que tenía razón????) y repito sus consejos a veces de forma automática, ellos salen de mi boca como despedidos casi casi sin filtros.
Creo que hay dos alternativas o me relajo y decido no pelear contra lo aprendido y algo de la genética o continúo resistiéndome y peleando contra una voz que se queda agazapada, que sabe esperar, que cuando menos lo esperas salta como un resorte y te dice:

- Aquí estoy, soy lo que mamá te enseñó y machacó y de lo que nunca te podrás desprender.

Sigo en esta disyuntiva aunque cada vez que me pase esa crema, SU crema sienta que se me meten por los poros sus consejos y dichos interminables. Definitivamente debo cambiar de cremas.

lunes, 11 de agosto de 2008

Noches Porno Hard

Si te dormís con la notebook en la cama, ¿puede considerarse que estás durmiendo acompañada? Y si la notebook o el procesador (de acuerdo al género deseado) queda “prendido” toda la noche, ¿ es cómo haber tenido sexo?

domingo, 10 de agosto de 2008

La fatiga Olímpica

Hay algo más ridículo que la pasión que se despierta por los deportes de los más variados a través de la televisión una vez cada cuatro años. Todos hablan de barras paralelas, pesistas de 200 kg, saltadores en alto, largo y ancho y con trece horas de diferencia.
Encontramos lo que tanto buscamos actividad física en cantidad sin movernos del sillón. ¡Que felicidad! ¡Que comodidad!

jueves, 7 de agosto de 2008

La terapia resfría

No quiero ser monotemática pero el tema de este resfriado tan fuerte que tengo está monopolizando mi vida. Pero no voy a hablar de la nariz paspada, ni del dolor de garganta por no poder respirar por el adminículo que para ello fue construido debido a que está obturado con ese material verde, no voy a hablar de cómo te queda el estómago luego de tomar todas las porquerías que te recomiendan y alcanzan incluido el te con limón y miel (cosa que odio). La situación es levemente peor, hoy fui a terapia:

Terapeuta: ¿qué tal tu semana?
Paciente (yo): bien, aunque el viernes caí en cama a causa de una gripe terrible.
Terapeuta: no es casual, habría que revisar bien el último tema, etc.

Ahora mi pregunta es sencilla, no puedo tener un simple mocazo que no necesita de terapia sino de cajas y cajas de pañuelitos, que el resfrío sea sólo eso, y que la garganta me duela como parte del proceso y no porque hay algo no dicho.

miércoles, 6 de agosto de 2008

El resfrío

Me enfermé, una semana con un resfrío de esos con mucosidad bien verde, la garganta destruida y la suficiente fiebre como para no querer comer nada, bajé un par de kilos, lo logré!. Estoy pensando que quizás si me agarrara una de estas por mes en poco tiempo estoy hecha un poste de los gruesos de esos de la luces de alta tensión que hay en las rutas, pero poste al fin.

viernes, 16 de mayo de 2008

Aterrizando en Aerolíneas Argentinas

Llegué al aeropuerto casi en horario. El vuelo salió casi en horario. Las dos cosas son un milagro. Pero el último “casi” una vez sorteado te lleva a pensar ya pasó lo peor. ERROR!!!!!!
Subí al avión y había un olor muy feo, tipo baño de boliche un sábado en la madrugada, pero en general al cabo de unos minutos la nariz se insensibiliza. No. En este caso nunca ocurrió. Ese aroma trasmutó hacia peor a cada rato.
Luego de un maravilloso snack donde bebí agua sin gas porque todo tenía el mismo sabor que el olor, nos acercamos a la ciudad de destino. Cuando comenzamos a descender el avión comenzó a moverse como si fuera un barrilete en un huracán o la vaca de la película Twister, no exagero, estuve a punto de dejar el agua en el pelo de la mujer sentada adelante. Bueno, no es tan grave créanme, ya lo he hecho antes y no con agua.
Cuando intentó aterrizar en el aeropuerto de Trelew comenzó a hacer unos ruidos muy raros, como si acelerara pero a lo segundos se quedaba sin fuerzas, así en repetidas ocasiones. Hasta que por fin tomó coraje y aterrizó. El silencio en el avión era más aterrador que los ruidos que hacía, lo blanco de nuestras caras contrarrestaba con el de las nubes. Me agarré a la butaca de adelante (la de la mujer que se había salvado unos segundos antes, pero no tuvo tanta suerte esta vez le tiré del pelo). Aterrizamos bien, eso sí casi en Puerto Madryn (unos 70km antes), es decir en la punta más extrema del aeropuerto.
Al descender, el único comentario en todos los idiomas fue: no sabemos de qué pero nos salvamos, pobres de los que siguieron viaje.
Una vez descendida fui hasta el cuarto de la cinta que reparte el equipaje, el mío salió de los primeros (nunca antes en la vida me había ocurrido), lo tomé y me fui. Nadie me pidió el comprobante de la valija. Quienes me recibieron estaban preocupados pues en la pista de aterrizaje se habían detenido ambulancias, policías y dos camiones de bomberos. Nunca les dijeron que pasó pero estaban asustadísimos. Lo bueno es que lo que se instala la desinformación como forma de funcionamiento, estuviste a punto de morir pero como ese punto nunca se concretó para que enterarte. Igual el susto de ellos no es nada comparado con lo que sentíamos los que estábamos arriba y bajando....
Cuando estoy llegando a destino, unas cuatro cuadras antes recibo un llamado al celular:
-Hola, Ana.
-Si, quién habla?
-Te llamo de Aerolíneas Argentinas quisiera saber si usted tiene su equipaje con usted?
-Si, lo llevo en el maletero.
-A porque acá hay uno con su nombre y hay un pasajero reclamando el suyo.
Bueno, les dije que yo era "casi" perfecta. No puedo serlo las 24hs, es agotador.
He recuperado mi equipaje y el señor el suyo (realmente no me preocupaba porque nunca supe que me llevaba otro).
Moraleja: mi equipaje nunca es de los primeros y viajar en Aerolíneas Argentinas genera tanta adrenalina que debiera estar prohibido para los enfermos cardíacos.

lunes, 12 de mayo de 2008

Fin de mes II

Los fines de mes deparan grandes sorpresas, no todas ocurren juntas, aunque nunca vienen de a una. Que iluso, se rompe el lavarropas, el técnico dice que no vale la pena arreglarlo que va a costar como uno nuevo, eso si te cobra los $50 de la visita. Entonces ves por Internet las promociones para los lavarropas y pensás: “bueno, hago un esfuerzo y por un par de meses lavo a mano y en casa de mis padres los fines de semana, en el mientras tanto junto unos pesos y lo compro”.
Así comienza la gran mentira, nunca te acordás de llevar y lavar la ropa interior mientras te duchás, las bombachas son tan transparentes que no tardan nada en secarse, aunque no ocurre lo mismo con los corpiños. Las remeras se acumulan y el saca mancha se aferra a ellas como una mancha más esperando el fin de semana. El segundo domingo pensás mejor voy el miércoles a lo de mis padres, creo que la ropa me alcanza, siempre hay algo que dejé de usar que me puede servir, aunque una vez puesto te des cuenta de lo viejo y chico que te queda.
El miércoles es día de promoción de cine, llegás a la conclusión que por doce meses no vas a comprar nada superfluo, sí nada que no sean alimentos y de la canasta básica, así que tampoco lavás la ropa.
Más vale lavarropas en mano que mano lavando la ropa.

sábado, 10 de mayo de 2008

Ceniciento

Lavás el auto, llueve. Nada nuevo u original, a todos nos pasa. Lo que sí no esperás mientras estás unos días de viaje en el sur es que luego de lavar el auto caigan cenizas, sí CENIZAS. Los reto a que superen mis desventuras. El volcán Chaitén entró en erupción luego de miles de años, cuándo: el día que mando a lavar el auto. ¿No podía esperar unos miles de años más?
Además junto con las cenizas aparecieron toda una serie de manchas, granitos, marcas, etc, en la piel debido a las alergias, pero bueno a no preocuparse porque por la ceniza no podés salir, menos a pasear y así que en el mientras tanto te recuperás de tus eruptivas provocadas por la erupción.

viernes, 9 de mayo de 2008

Días 4 y 5

Luego de analizar exhaustivamente la lista de las situaciones que complican mi dieta me dí cuenta que definitivamente el problema es uno: mi memoria falla. Ayer le contaba esto a mi amiga Gabriela y me decía que debía pensarlo mejor que mi memoria quizás no fallara selectivamente si no restrictivamente, ¿qué quiso decir con esto? Quizás que restringe la falla al tema de la dieta. No lo sé, debo pensarlo y volver a hablar con ella. Por ahora me conformo con lo de selectivo ya que ha seleccionado sola y autónomamente, la memoria, en qué áreas no funcionar y esta selección no se limitó únicamente a la parte de alimentos como ya les contaré.
Es por esto que resolví pedir ayuda a las personas que me rodean. A fin de cuentas ¿no creo yo en el hombre? (genéricamente hablando). Así es como hablé con unas amigas y les solicité sus servicios, obvios gratuitos, de llamadoras oficiales. No podía ser cualquier persona, tendría que ser alguien que supiera de mis avatares y pesares (y no sólo los de la balanza) y que fundamentalmente nunca fuera a echarme en cara el servicio prestado o los motivos de tales servicios. Menos que menos que fueran capaces de burlarse de semejante teoría (“la dieta falla porque lo hace la memoria“). Estas características dejaban fuera de juego a gente tal como madre, aunque no únicamente. Madre es buenísima, pero:
a) se iba a prender al teléfono cada cinco segundos, lo cual iba a llevar a una posterior discusión;
b) en la primera de cambio me iba a recordar todos los sacrificios que había hecho por mí, entre ellos estos llamados telefónicos;
c) y, por último, no permitiría que metiera la cuchara (vaya imagen) en mi vida con mi consentimiento, bastante cuesta mantenerla alejada como para meter la cabeza voluntariamente.
Otro que quedaba fuera era mi hermano, cuando hablamos por teléfono me saluda al grito de: -Hola, lechón, ¿cómo andás? Ni loca iba permitir que su maliciosa boca y su tendencia a burlarse de mis pedidos se repitieran cada media hora.
Hablé con dos amigas que también necesitan bajar unos kilos y pensé que esto iba a servirnos a las tres. Funcionarían como una especie de memoria soporte, como la notebook (aún sin nombre) pero con la diferencia que no me iba a tener que preocupar por sus baterías, pues muy bien las recargan sin mi ayuda.
En principio se engancharon bárbaro, el primer día llamaban a cada hora, esto nos permitió controlarnos mutuamente. Pero para principios del segundo día los llamados comenzaron a retrasarse, cuando no era una era la otra. Y en vez de llamar cada hora, a intervalos de media hora cada una, continuaron llamando cada hora, cada dos, cada dos horas y media, lo que hizo que de a poco los llamados se superpusieran y me llamaran simultáneamente y termináramos hablando entre las tres. Por que además de la compu y su tendencia a fagocitarse las baterías hay que preocuparse por la del celular y la del teléfono inalámbrico que también parecen estar hambrientos.
Sin embargo, estoy convencida que si la memoria me falla a mí y no me permite adelgazar también la falla a mis amigas y quizás por eso ni me pueden ayudar ni perder esos kilos. Quizás ellas también se hayan comido su memoria y el back up.
Pero esto no me amilana en lo absoluto, seguiré buscándole una salida, mientras el amilanamiento me recuerda que tengo una milanesa napolitana en el horno y que me gusta bien tiernita.

martes, 6 de mayo de 2008

Fin de mes

Llegar a fin de mes es una suerte o una desgracia, depende cómo se mire. Si además gastaste tus ahorros (después de años de tratar de juntar unos mangos) en pintar medianamente bien el departamento que desde que te mudaste, ocho años atrás, nunca le habías hecho nada. Llega la factura del teléfono con la cuota actualizada de la banda ancha que hacía tres meses te cobraban desactualizadamente aunque no sabías que debía actualizarse (eufemismo de aumento de tarifa). Ves el importe y te querés morir pero pensás bueno este mes no voy al cine, no consumo café, menos barras de cereal y limito mis gastos a los alimentos. Pero te acordás no puedo comprar esa bombacha que necesito las viejas no tienen elástico y son casi transparentes.
En fin, hay que decidir Internet o bombachas, esa es la cuestión.

viernes, 2 de mayo de 2008

El choque

No sé como me movilizaba antes de aprender a conducir, lo que es seguro es que corría menos riesgos que ahora detrás de un volante. De mi familia soy la única que no ha tenido auto, pero siempre he manejado alguno. Las ventajas de no tener uno son “totales”: no invierto en un auto que pronto perderá su valor, no pago los seguros, no me preocupo por su mantenimiento. Lo único que debo fijarme es que tenga nafta, de vez en cuando le revisaban agua, aceite (no sé dónde va cada uno) y los neumáticos.
Sin embargo hay un problema, en realidad es de los dueños de los autos, poseo una especie de imán que atrae a todo aquel camión que no pueda frenar, o auto que no sepa para dónde doblar o cómo estacionar, al igual que los troncos y los contenedores de basura que vuelan por la ciudad en medio de una tormenta de viento y lluvia, y la atracción es hacia el auto que conduzco, no falla.
Esta especial inclinación de los otros vehículos hacia los que yo conduzco, me persigue a donde vaya, en mi ciudad o en otra, en el extranjero, hasta en un estacionamiento, nunca me libro de esa “atracción fatal“. Lo último ocurrió este fin de semana rumbo a un recital. Tenía mucha ilusión con esa salida. Pero el imán… Esta vuelta atrapé un auto manejado por un hombre de 30 años, que cree que está solo en la calle, que desconocía la existencia de los espejitos que hay en los costados externos de los autos. Estaba detenida por el semáforo detrás de otros autos y el decidió que era un buen momento para estacionar, y así lo hizo. Puso marcha atrás y con el volante comenzó su rápida maniobra hacia la izquierda hasta que escuchó un ruido y el auto se le trabó. Si, obviamente el ruido y el obstáculo era el auto que me habían prestado esa noche o mejor dicho la puerta izquierda trasera que se interpuso entre su intención de estacionar y las verdaderas posibilidades de hacerlo. Enojada como un toro (antes de que lo hayan debilitado) frente al torero bajé del auto y le pregunté, en realidad le grité, era obvia la respuesta así que la pregunta era retórica:
Yo: Idiota, ¿no viste el auto?
Idiota: No, esperá que estaciono.
Yo: Ya lo intentaste y me llevaste puesta. (No me había visto, nada que aclarar, CULPABLE!)
Idiota: Igual corré el auto así lo detengo mejor.
Alterada por sus respuestas y porque me había estropeado la noche del sábado además de un auto ajeno, estacioné más adelante, el logró hacerlo sin chocar, era su segundo intento, no le resultaba fácil. Fui a buscarlo.
Yo: Dame los datos y los papeles.
Desde adentro del auto, el muy cobarde, respondió:
Idiota: Esperá, llamé a la policía, ya viene.
Me sorprendió, por un choque llamar a la policía, apareció y tomó nuestros datos. Más que volando fui a retirarla con el auto de la puerta abollada, no me quieren prestar otro (en algún momento contaré como convertir un auto en descapotable, aunque a mi hermano, el dueño del auto, no le hizo mucha gracia el comentario).
En la comisaría me entero que el idiota que me chocó no había presentado ni el registro de conductor ni el seguro del auto. Lo peor es que la policía no le retuvo el auto por falta de grúa (si tercer mundo). Aún hay más, la cara del dueño del auto cuando le conté que esta vuelta me había superado y había imantado a uno sin seguro, no puedo describírselas pero imagínense a alguien cuya nariz haya quedado detrás de los ojos, sí, estos se le habían desorbitado totalmente.
Esta semana he entendido que finalmente voy a tener que comprarme mi propio vehículo, pero no se hagan ilusiones, no lo voy a prestar por las dudas.

lunes, 28 de abril de 2008

Diario: Día 3

Lo artesanal no funcionó en principio, lo tecnológico tampoco, pero rendirse nunca. Por esto, decidí resaltar los momentos en que la memoria flaqueaba (todos) y así lograr detectar cuándo y por qué comía en exceso. Compré un resaltador amarillo (si como los Post-it) el del pelicano y contenta comencé a anotar primero y a resaltar después en un viejo cuaderno los estados y escenarios en que caía en las garras de la gula y la lista fue muy larga, larguísima. Semejante trabajo solo valía la pena si pensaba que de esta manera la memoria se restablecería prontamente y así abandonar algunos de los kilos que me acompañan hace años.
Todo marchó de maravillas, escribí la lista, interminable, con una lapicera negra y comencé a resaltar los más importantes. El resaltador funcionó hasta el ítem número diez donde comenzó a fallar, la lucha fue sin cuartel, para resaltar algo debía pasarlo y repasarlo por lo escrito unas treinta veces, luego comencé a alentarlo (no al estilo: dale resaltador, dale), es decir, a darle aliento acercándolo a mi boca, así en cada una de las situaciones. Esto provocó que se generaran pequeños agujeros en las hojas que impidieron que leyera lo escrito en ambos lados de la página y cuando no se convirtieron en ilegibles manchones de tinta negra inmersos en un charco color amarillo. Otra importante conclusión he sacado, no sólo falla mi memoria sino también el color amarillo.
No me desesperé, decidí cambiar el método en vez de resaltar remarqué con una regla y una birome color rojo. La cosa se hizo más sencilla. Me copé y entre lo resaltado y lo remarcado las hojas eran un muestrario de colores algo así como un viejo taxi conducido por un taxista pelirrojo. El tema fue cómo priorizar o qué cosas elegir primero en esa innumerable lista.
El inventario estaba compuesto de situaciones estresantes o aburridas, apuros y tiempos de sobra, frío y calor, fines de semana y días de semana, comidas afuera y en casa, sola y acompañada, etc. Se pueden imaginar, cómo sacar de ese listado manchado y sangrante un orden, algo por donde atacar y comenzar a resolver.
No lo resolví ese día, pero esa noche me acosté muy preocupada y antes de darme cuenta (la memoria sigue fallando) estaba comiendo un poco de helado y una barrita de chocolate, eso sí mientras pensaba por dónde retomar al día siguiente mi batalla contra la desmemoria. Porque rendirse NUNCA!!!

martes, 22 de abril de 2008

Diario: Día 2

Anoche, luego de juntar los Post-it que se habían terminado de caer por toda la casa y de despegar los adheridos al piso y quitar el pegamento de el, me propuse intentar una nueva maniobra y ganarle a la desmemoria. No se me ocurría nada que pudiera funcionar, nada artesanal, así que decidí confiar en la tecnología. Si lo manual (ojo con las interpretaciones) no funcionaba había que probar con las innovaciones del S. XX: las notebook. Ella no me podía fallar, ella no. La llevo conmigo a todos lados, permite que me conecte con todos en cualquier momento, lleva toda mi agenda, prácticamente mi vida está en ella.
Esta compu es nueva, recién nos estamos conociendo, tiene apenas un par de semanas y es por ello que aún no tiene nombre, pero va a necesitar uno con carácter porque no he logrado manejarla.
Volviendo al tema que nos convoca, decidí confiar en la computadora también mi memoria junto al resto de la información. Programé la agenda para que cada media hora me avisara que no debo comer. El cartel decía: OJO HOY DIETA. VERANO ´09 BIKINI.
No hubo inconvenientes, mientras me voy a duchar la máquina se va prendiendo y conectando a Internet de forma tal que para cuando terminé y miré la pantalla el cartel gritaba en rojo y en negritas “OJO HOY DIETA. VERANO ´09 BIKINI”. Funcionó, al fin lograba armarme de una memoria, aunque fuera externa, pero funcionaba. Para el medio día había logrado mantenerme alejada de todo aquello que no quería ingerir. Pero no contaba con un problema central en estas computadoras: se comen la batería, sí es literal, se las fagocitan en dos horas, mi eterno problema, si no me lo como yo se lo comen ellas. Aún no he logrado que nadie me diga como conseguir más autonomía sin cargarme de varias baterías de repuesto y caminar como si llevara una notebook liviana y seis kilos en baterías. Lo que me lleva a preguntar: ¿se pueden hacer notebook más pesadas pero con más autonomía?
La voy a hacer corta, para el medio día no había logrado recargar las baterías en ningún lugar porque había tenido que estar toda la mañana fuera de la oficina y la computadora había estado prendida todo el tiempo, es decir, la memoria (mi soporte externo) cumplió su misión, pero se comió la batería y sin ella, me almorcé el desayuno, la media mañana y la media tarde todo junto.
La memoria me jugó nuevamente una mala pasada, aunque en este caso fue también la de la computadora.

domingo, 20 de abril de 2008

Diario casi íntimo de cómo intenté recuperar la memoria que selectivamente había perdido

Día 1:

Como ya les conté voy a buscar la manera de recuperar la memoria, esta nueva tarea va a ser registrada día por día hasta que logre vencerla o me olvide de su existencia, mejor dicho, ausencia.

Así es como hoy decidí comenzar y nada mejor que pegando por toda la casa cartelitos que me adviertan cada vez que voy a comer algo que estoy tratando de comenzar una dieta. Así es que luego de comprar unos Post-it, en el súper anoche y algunas cosas para despedirme de mi vida insana, empecé a escribir los recordatorios de esta manera no comenzaba la mañana atacando la heladera. Algunos escritos no tenían nada novedoso: no comás; pensá y cerrá la boca; andá a caminar; aburrimiento = aumento (ah de ahí la inflación pero ese es otro tema y los distintos gobiernos deberían tenerlo en cuenta a la hora de las mediciones); etc. Otros fueron un poco menos sensibles, del estilo: ¡Ojo Cormillot te esta mirando!; así nunca te parecerás a Angelina; sacá la mano del tarro, carajo, mierda!; Recuerda, la carne es débil ... no la ataques. P.D: “SÓLO POR HOY”

El tema es que estos Post It son practiquísimos siempre y cuando se mantengan donde uno los ha dejado, cosa que no ocurrió. Esos papelitos de colores, aunque generalmente sólo se consiguen los amarillos, los venden como imbatibles, a prueba de todo, nunca se caen, son eternos, perennes. Pero no, saben que no, hoy lo descubrí. Parece que no sirven para adherirse ni a paredes, menos que menos a las puertas de las heladeras, ni a la mesada, ni a ninguno de los lugares donde los pegué. Al igual que los parques y paseos en el otoño llenos de hojas que se han desprendido de sus árboles, así amaneció mi casa, eso si de romántico nada. Estaban tirados por el suelo, caídos al descuido por todos lados y lo peor es cuando los pisás, ahí si no los despegás ni con una espátula. Ahora sí: son perpetuos, sobre todo a las 6:30 a.m. cuando estás preparándote un pantagruélico desayuno porque nunca recordaste que comenzabas la dieta porque, los papelitos (jajaja perennes) se han caído y por ende nunca recordaste que comenzabas la dieta hasta que te mandaste la mitad de ese desayuno tipo americano y ya el humor es de perros, los papelitos no se te despegan del taco y debés irte si o si.
Hermoso, otro día sin memoria. Pero no desisto algo se me ocurrirá para mañana.

miércoles, 16 de abril de 2008

La falta de memoria

Los años pasan y los kilos quedan, que deprimente!!! Pero decidí encarar el tema de los kilos desde otro costado e hice un estudio exhaustivo de qué es lo que verdaderamente ocurre o por qué fallé con las dietas. Acá hay un resumen de las conclusiones a las que arribé y de las distintas formas de hacer frente al problema. Eso sí el tema de los años no lo puedo resolver y el cuerpo se encarga permanentemente de recordarme que ellos han llegado y se han instalado, casi en paralelo a los kilos.
Siempre digo hoy va a ser diferente, hoy comienzo la dieta y va a durar más que el camino de la cama a la heladera, pero no hay caso. Llego al susodicho electrodoméstico y se me olvida el propósito del día. No sé qué ocurre, mi casa no es tan grande, la cocina menos que menos, nada de esas cocinas de películas con una isla en el centro donde desayunar en esos altos e incómodos taburetes y llena de electrodomésticos, dos hornos, más el eléctrico y el microondas todo en colorado, el de moda. Tampoco tardo mucho, me levanto, me ducho y me cambio y ya está a desayunar. Pero algo ocurre o el trayecto es más largo que en el normal de los hogares o tardo más de lo habitual o y acá entramos en tema y llego a una primera conclusión. ¿Los kilos no serán un problema de falta de memoria? ¿No habré tenido poco entrenamiento en técnicas de memorización?
La verdad es que habría que pensarlo seriamente, si ante un sándwich o una porción de torta o lo que es diferente cuando paso delante de un kiosco se me olvida que estaba a dieta quizás debiera ir a un profesional y plantearle, ¿pero qué? No me imagino planteándole al neurólogo:


-Hola, vine a consultarle porque no puedo hacer una dieta. ¿No piensa usted que es por mi falta de memoria? ¿Se puede estudiar? ¿Me puede hacer algún análisis, electroencefalograma o algo similar?



Ja, se reiría hasta fin de año y se lo contaría a todos sus colegas y otros seres: “vino una gorda a tratarse por falta de memoria y lo mejor de todo es que le echa la culpa a ella por no poder hacer una dieta”. No gracias ya he sido humillada más de una vez y no me sometería a algo así nuevamente. Por lo menos no sabiéndolo de ante mano.
Otra opción es ir a algún/a brujo/a y pedirle que me de algo para la memoria. Pero tendría que explicarle que mi falta de memoria está circunscripta a la dieta, es decir, a dejar de comer lo que no corresponde, cuando no corresponde. Seguramente me dirá que rece alguna cosa (primer obstáculo soy atea y no sé rezar), que compre algún pedazo de carne para un gualicho o algún otro alimento o yuyo. Ahí posiblemente radique la fragilidad de estos embrujos y falle el trabajito pues tendré que recordar que lo que compre es para un gualicho con el fin de recuperar la memoria, pero seguramente a esa altura ya me habré olvidado y me habré comido… mi memoria, nuevamente.
Alternativas existen, pero son difíciles, ir a un psicólogo complica aún más la cuestión. Comenzar por mamá y papá, ¿te amamantaron? (No, pero no me salteé ni una comida) ¿Sos la del medio? (No, la mayor. La del medio es delgada.) Y pensar que sólo buscaba plantear el tema de la falta de memoria y los kilos de más, pero parece que para que estas personas entren en clima, es decir, para que podamos trabajar la problemática hay que adentrarse en la infancia, en los deseos, etc. Y ahora me pregunto ¿no será acaso que ellos también tienen poca memoria y como no recuerdan cuál era mi problema me hacen hablar todo lo ocurrido desde la infancia para darles tiempo de recordar cuál era el tema? Una vez más lo recuerdo: engordo porque no tengo memoria o al menos no la suficiente para el área comida.
A vos te pregunto ahora ¿pensás que la falta de memoria es mi problema y quizás también el tuyo? ¿Hay alguna forma de evitar caer en esa desmemoria cada vez que me cruzo con algo rico?
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