jueves, 13 de noviembre de 2008

El ridículo acostumbramiento al ridículo


Las leyes de Murphy las conocemos pero no por ello dejamos de insistir, sabemos que hay cosas que no debemos hacer porque eso no van a salir de acuerdo a lo planeado. Sin embargo, insistimos una, dos y tres veces, con diferentes cosas.
Hoy en la mañana debía esperar a el señor que retapiza las sillas y que vendría a retirarlas. Lo sabía, había arreglado eso mismo el conmigo, aunque como siempre lo hacen con la precisión de un reloj taiwanés, es decir, en el horario habitual de en algún momento de la mañana y cuando le decís:

Yo: necesito que precise un poco más el horario, debo hacer cosas.
Tapicero: antes del mediodía.

Por algún motivo relacionado con el miedo a perder al único tipo que encontraste que además de retapizar retira las sillas a domicilio (no todos tenemos Pick Up o 4x4 o tan siquiera auto) aceptás pasar la mañana esperándolo, casi como una enamorada esperando “el” llamado. Pero aún en el caso de la embobada mientras espera puede bañarse o se permite ir al kiosco de la esquina.
Muy temprano luego de correr y caminar 12kms. pensé (no debo hacerlo, sé que no es mi fuerte) me ducho, no va a venir temprano. ERROR. Cuando estaba bien mojada y con el shampoo en la cabeza sonó el timbre. No lo dudé un segundo, sabía que no era el correo, ni un ring raje, ni etc. Lo supe, lo olfateé (y no es que el señor oliera a lago en especial, en realidad tanto no me acerqué) debía ser el tapicero. Tal cual, salí corriendo, dejando un reguero de agua por toda la casa, envuelta en una toalla me asomé a la puerta y le pedí que espere. Sí, me vio envuelta en la toalla, medio desnuda, chorreando agua y con una remera envolviendo el pelo con shampoo. Sin dudas fui la imagen del día del pobre hombre, no quise ni mirarme al espejo, temí llorar de bronca.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Tecnología Masiva II

Otro rasgo de la morbosidad que se despierta con la masificación de estas cámaras de fotos y quizás sea el peor de todos los enumerados es la foto trofeo. La foto trofeo es aquella en la que la persona sana (al menos en apariencia, porque habría que dedicarle alguna atención al tema) posa junto al herido, la mancha de sangre, los restos de los vidrios o el auto abollado. Por supuesto esta foto girará como corresponde por la red con comentarios del estilo: Yo, los vidrios y la sangre luego de que mi hermana perdiera el dedo izquierdo y antes de que se lo peguen de nuevo.
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