martes, 22 de abril de 2008

Diario: Día 2

Anoche, luego de juntar los Post-it que se habían terminado de caer por toda la casa y de despegar los adheridos al piso y quitar el pegamento de el, me propuse intentar una nueva maniobra y ganarle a la desmemoria. No se me ocurría nada que pudiera funcionar, nada artesanal, así que decidí confiar en la tecnología. Si lo manual (ojo con las interpretaciones) no funcionaba había que probar con las innovaciones del S. XX: las notebook. Ella no me podía fallar, ella no. La llevo conmigo a todos lados, permite que me conecte con todos en cualquier momento, lleva toda mi agenda, prácticamente mi vida está en ella.
Esta compu es nueva, recién nos estamos conociendo, tiene apenas un par de semanas y es por ello que aún no tiene nombre, pero va a necesitar uno con carácter porque no he logrado manejarla.
Volviendo al tema que nos convoca, decidí confiar en la computadora también mi memoria junto al resto de la información. Programé la agenda para que cada media hora me avisara que no debo comer. El cartel decía: OJO HOY DIETA. VERANO ´09 BIKINI.
No hubo inconvenientes, mientras me voy a duchar la máquina se va prendiendo y conectando a Internet de forma tal que para cuando terminé y miré la pantalla el cartel gritaba en rojo y en negritas “OJO HOY DIETA. VERANO ´09 BIKINI”. Funcionó, al fin lograba armarme de una memoria, aunque fuera externa, pero funcionaba. Para el medio día había logrado mantenerme alejada de todo aquello que no quería ingerir. Pero no contaba con un problema central en estas computadoras: se comen la batería, sí es literal, se las fagocitan en dos horas, mi eterno problema, si no me lo como yo se lo comen ellas. Aún no he logrado que nadie me diga como conseguir más autonomía sin cargarme de varias baterías de repuesto y caminar como si llevara una notebook liviana y seis kilos en baterías. Lo que me lleva a preguntar: ¿se pueden hacer notebook más pesadas pero con más autonomía?
La voy a hacer corta, para el medio día no había logrado recargar las baterías en ningún lugar porque había tenido que estar toda la mañana fuera de la oficina y la computadora había estado prendida todo el tiempo, es decir, la memoria (mi soporte externo) cumplió su misión, pero se comió la batería y sin ella, me almorcé el desayuno, la media mañana y la media tarde todo junto.
La memoria me jugó nuevamente una mala pasada, aunque en este caso fue también la de la computadora.

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