lunes, 27 de octubre de 2008

Tecnología masiva

No hay nada más pesado que ver fotos ajenas, vacaciones, casamientos, bautismos, bar mitzvas, viajes varios. Con las cámaras digitales todos nos creemos fotógrafos de arte, antes como debíamos pagar el revelado lo pensábamos y hacíamos cálculos varias veces y antes de comprar cada rollo. Todos pensamos que nuestras fotos forman parte de algún argumento, así que llenamos las casillas de correo de los conocidos con ellas o creamos blogs, facebook, etc. Sin embargo hay una nueva clase de foto que me divierte mucho, que justifica la existencia de cámaras digitales y teléfonos celulares con cámara incluida y son las fotos que se toman cuando un familiar o conocido se da un palo de aquellos o el choque. Pero condición: DEBE HABER UN CONOCIDO INCLUIDO. Sí es morboso, ellos que sacan las fotos y yo que las veo. Eso sí siempre digo, que horror! Pobre! La verdad es que el morbo se despierta en casi todos y ellos no pueden dejar de sacar fotos de la evolución desde el piso, la silla de ruedas, la cama. Los colores: el rojo inicial y la sangre en el píso, el morado, el violeta y el amarillo final. Las fotos son sacadas desde todos los ángulos posibles, sin importar el pudor o el permiso del otro, así es como aparecen con la pierna en alto mostrando la bota y a su vez la flacidez de sus muslos. O sonríen ante la cámara y se les ve el agujero que dejó el golpe entre sus dientes o algún arreglo aún no hecho.
El que sufrió el accidente está boleado, cree estar lúcido pero o está bajo los efectos del shock o de los analgésicos y no se da casi cuenta de lo que ocurre y sonríe para las fotos o se las deja tomar sin tener fuerza de nada y menos de pensar que van a hacer con esas fotos que le toman. Luego entran al Facebook de su conocido y se encuentran en primer plano mostrando los colores de su cara como si fuesen los colores del monte Atlas y alguna foto de viaje. O peor aún la pasaron por correo a todos los conocidos y entre ellos está el mismo, que golpe, abrir un correo y verte en poses que no reconocés o con colores que no corresponden a los del maquillaje.
Por eso te digo, si te accidentás y hay conocidos cerca cubrite la cara, ocultá el golpe, no muestres la sangre porque vas a ser el rey de las redes sociales o de yahoo. A cuidarse de los conocidos con cámara, son los peores, eso sí sacan las mejores fotos, mejor que las fotos artísticas.

viernes, 24 de octubre de 2008

La inocencia del lisiado pobre

El subterráneo y su vida en cualquier ciudad es un mundo aparte, las cosas que allí ocurren forman parte de esa realidad bajo tierra, para analizarlo hay que pensarlo casi como un terrario. Las personas que allí nos movemos somos casi como insectos que tratamos de movernos en los distintos niveles, pero en el caso del subte no podemos evitar tocarnos, encimarnos, pisarnos y por qué no cambiar impresiones (digitales). Hace unos días en el susodicho transporte casi público (lo digo porque parece un camión jaula), más específicamente en unos de sus vagones, se movía con una ligereza y liviandad asombrosa un señor en una silla de ruedas, era una de las tantas personas que andan mendigando. Por algún motivo que en estos momentos no voy a pensar cuando veo a una persona con algún tipo de minusvalía y ni que decir si además es más pobre que yo tiendo a crear un lazo de empatía con ella. No importa si colaboro o no económicamente, no puedo verla sin que de alguna manera me sienta ligada a ella. Este fue el caso ese día en un subte repleto de personas. Pensé pobre tipo, cómo hará para moverse cuando apenas puedo respirar. No tardó en presentarse la respuesta, lo vi con mis propios ojos nadie me lo contó, ni el hijo del primo del nieto, no, No fue madre, no. Lo vi, el muy desgraciado golpeaba los tobillos de los pasajeros, si podía con la rueda, de frente manteca sin decir agua va menos aún permiso, y si no con el centro de la rueda que une o sostiene los rayos de la rueda de la silla.
Debo confesarlo, me maté de risa, cuando veía lo que hacía y cómo calculaba donde pegarles, cuando veía que la gente movía las piernas y le pedía perdón, cuando notaba que a las mujeres de taco les rayaba las piernas con el lateral de la rueda para correrles las medias de nylon. Ese hombre, sí ese hijo de puta me cambió el día y por nada del mundo pude quitarme la sonrisa de la cara.

viernes, 17 de octubre de 2008

Fin de las vacaciones

Si, se terminaron. Es una pena pero como todo en la vida no fue un final así nomás. No, no, vos ya lo sabés, siempre me ocurre algo.
Volvía en el auto y me dicen porque no entramos a S.A. Este que seguro se comunica con S.Antonio Oeste y vamos por la costa, el camino es más lindo.

Yo: Bueno, pero no nos queda casi combustible.
Respuesta: No te preocupes, el cartel dice gasolina a 26km. con lugar para tomar algo.
Yo: ok, conozcamos.

El camino costero es muy lindo, lo recomiendo, vale la pena, eso sí no llega hasta S.Antonio Oeste (Las Grutas), termina allí. Primer inconveniente.
Antes de toparnos con el final de S.A.Este pasamos por una gasolinera cerrada, no podí ser la única, no era justo. Pero sí!! era la única de la zona, la otra estaba a 70km. y la luz roja del auto desde unos 20km atrás venía chillando. Nos detuvimos en la Pesquera Austral, ahí nos enteramos que es un pueblo de 200 personas que vive de la pesca y sus derivados, que no hay ni taxis y sólo tienen gasoil. Un hombre de ahí trató infructuosamente de sacar nafta de su auto, cosa que no pudo hacer no poniendo su auto en altura, con la inclinación del tanque hacia un lado o el otro, me daba vergüenza propia, el pobre tipo al rayo del sol y yo mirando como luchaba. Segundo inconveniente.
Unos de los operarios sabía que en el pueblito había un gaucho que vendía nafta, tercer inconveniente, no habíamos retirado efectivo en Viedma, si en todos lados hay tarjetas de débito y crédito. ERROR en ese pueblo no hay ni cajero, ni banquito, menos aún tarjetas de ningún tipo. Llegamos hasta la casa y nos proveyeron de 10lts. que costaban $1,60 centavos menos de lo que teníamos. es decir, tuvimos que contar hasta las monedas que estaban tiradas en el piso del auto, parecía que hubiéramos roto el chanchito, eso sí tuvimos un pequeño sobrante.
Moraleja: si no conocés, si no tenés efectivo, si no tenés nafta, si viajás conmigo, preparate para las pequeñas y vergonzantes aventuras.
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