miércoles, 16 de abril de 2008

La falta de memoria

Los años pasan y los kilos quedan, que deprimente!!! Pero decidí encarar el tema de los kilos desde otro costado e hice un estudio exhaustivo de qué es lo que verdaderamente ocurre o por qué fallé con las dietas. Acá hay un resumen de las conclusiones a las que arribé y de las distintas formas de hacer frente al problema. Eso sí el tema de los años no lo puedo resolver y el cuerpo se encarga permanentemente de recordarme que ellos han llegado y se han instalado, casi en paralelo a los kilos.
Siempre digo hoy va a ser diferente, hoy comienzo la dieta y va a durar más que el camino de la cama a la heladera, pero no hay caso. Llego al susodicho electrodoméstico y se me olvida el propósito del día. No sé qué ocurre, mi casa no es tan grande, la cocina menos que menos, nada de esas cocinas de películas con una isla en el centro donde desayunar en esos altos e incómodos taburetes y llena de electrodomésticos, dos hornos, más el eléctrico y el microondas todo en colorado, el de moda. Tampoco tardo mucho, me levanto, me ducho y me cambio y ya está a desayunar. Pero algo ocurre o el trayecto es más largo que en el normal de los hogares o tardo más de lo habitual o y acá entramos en tema y llego a una primera conclusión. ¿Los kilos no serán un problema de falta de memoria? ¿No habré tenido poco entrenamiento en técnicas de memorización?
La verdad es que habría que pensarlo seriamente, si ante un sándwich o una porción de torta o lo que es diferente cuando paso delante de un kiosco se me olvida que estaba a dieta quizás debiera ir a un profesional y plantearle, ¿pero qué? No me imagino planteándole al neurólogo:


-Hola, vine a consultarle porque no puedo hacer una dieta. ¿No piensa usted que es por mi falta de memoria? ¿Se puede estudiar? ¿Me puede hacer algún análisis, electroencefalograma o algo similar?



Ja, se reiría hasta fin de año y se lo contaría a todos sus colegas y otros seres: “vino una gorda a tratarse por falta de memoria y lo mejor de todo es que le echa la culpa a ella por no poder hacer una dieta”. No gracias ya he sido humillada más de una vez y no me sometería a algo así nuevamente. Por lo menos no sabiéndolo de ante mano.
Otra opción es ir a algún/a brujo/a y pedirle que me de algo para la memoria. Pero tendría que explicarle que mi falta de memoria está circunscripta a la dieta, es decir, a dejar de comer lo que no corresponde, cuando no corresponde. Seguramente me dirá que rece alguna cosa (primer obstáculo soy atea y no sé rezar), que compre algún pedazo de carne para un gualicho o algún otro alimento o yuyo. Ahí posiblemente radique la fragilidad de estos embrujos y falle el trabajito pues tendré que recordar que lo que compre es para un gualicho con el fin de recuperar la memoria, pero seguramente a esa altura ya me habré olvidado y me habré comido… mi memoria, nuevamente.
Alternativas existen, pero son difíciles, ir a un psicólogo complica aún más la cuestión. Comenzar por mamá y papá, ¿te amamantaron? (No, pero no me salteé ni una comida) ¿Sos la del medio? (No, la mayor. La del medio es delgada.) Y pensar que sólo buscaba plantear el tema de la falta de memoria y los kilos de más, pero parece que para que estas personas entren en clima, es decir, para que podamos trabajar la problemática hay que adentrarse en la infancia, en los deseos, etc. Y ahora me pregunto ¿no será acaso que ellos también tienen poca memoria y como no recuerdan cuál era mi problema me hacen hablar todo lo ocurrido desde la infancia para darles tiempo de recordar cuál era el tema? Una vez más lo recuerdo: engordo porque no tengo memoria o al menos no la suficiente para el área comida.
A vos te pregunto ahora ¿pensás que la falta de memoria es mi problema y quizás también el tuyo? ¿Hay alguna forma de evitar caer en esa desmemoria cada vez que me cruzo con algo rico?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy divertido.

Anónimo dijo...

muy interesante,, pero tiene qe publisitarlo mas haci la jente lo empiesa a conoses
besos divi

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